La harina de maíz es el polvo resultante de la
molienda del grano de maíz seco. Hay dos tipos: la integral o sémola, cuyo
color es amarillo y la refinada que es de color blanco y todos la conocemos
bajo el nombre de “Maicena”. Para hacer pan se suele utilizar la de color
amarillo.
Las dos clases carecen de gluten, por lo que para
elaborar pan con ellas deben complementarse con un porcentaje de harina de
trigo panificable para poder amasarlas consiguiendo así la formación de gluten
y con ello deliciosos panes.
Para hacer este pan he querido probar dos cosas, en
primer lugar he pensado que si el pan esta compuesto de cuatro ingredientes
básicos que son harina, agua, levadura y sal, porque no coger ese agua e
infusionarla con alguna hierba aromática.
La segunda cosa que quería probar era la de
incorporar queso a la masa, en este caso quería un tipo de queso con un fuerte
aroma y que se fundiera con la miga del pan al hornearlo.
Así que he elegido queso de cabra cremoso y romero
porque son dos ingredientes que se complementan bien. El resultado final me ha gustado, al abrir el
pan por primera vez, este desprende un fuerte aroma a queso de cabra y romero.
Ingredientes
250 gr de harina de maíz, 250 gr de harina de
fuerza, 320 gr de agua, 10 gr de sal, 200 gr de masa madre, 7 gr de levadura
fresca, un manojo de romero fresco y 100 gr de queso de cabra cremoso.
Elaboración
Empezaremos calentando el agua hasta que empiece a
hervir, retiramos del fuego y añadimos el romero, tapamos y dejamos infusionar
hasta que se enfríe. Una vez frío, colamos y reservamos este liquido para hacer
el pan.
En un bol mezclamos las harinas junto con la sal, en
otro bol mezclamos la masa madre con el agua infusionada y la levadura
desmenuzada.
Mezclamos este líquido con las harinas, añadimos el queso cortado en dados y un poco
de romero picado fino. Mezclamos bien con las manos hasta que se unan todos los
ingredientes y nos quede una masa homogénea. Tapamos con un trapo húmedo y
dejamos reposar 10 minutos.
Para el amasado he utilizado la misma técnica que con el pan de pasta de nueces que
hice hace poco, consiste en amasar ligeramente la masa, darle un reposo,
después volver a amasar ligeramente, después otro reposo y así varias veces.
Estos pequeños reposos de 10-15 minutos entre cada amasado permiten a las
partículas de la harina absorber la humedad y da a las fibras de gliadina y
glutenina tiempo para hidratarse, ya que la hidratación completa de la harina y
su gluten no es instantánea, sino que necesita tiempo. Al utilizar esta técnica,
notaremos que después de cada breve reposo,
la masa parece más suave y elástica, como si alguien hubiese estado
amasando la masa mientras la dejábamos reposar.
Siguiendo con la receta, untaremos ligeramente la
mesa con aceite, sacamos la masa del bol y amasamos ligeramente durante 10-15
segundos terminando con la masa en forma de bola. Lavamos y secamos el bol con
agua caliente (sin jabón), untamos el bol con un poco de aceite, volvemos a
meter la masa en el bol y la dejamos reposar durante 10 minutos, tapada.
Amasamos de nuevo, terminando con la
masa en forma de bola. Finalmente dejamos la masa en el bol, tapada, durante
una hora u hora y media en un sitio templado ( 21-25ºC) hasta que prácticamente
doble su tamaño.
Ahora dividimos la masa en dos partes y formaremos
dos “batards”, para ello primero formamos dos bolas tensando bien la
superficie, cubrimos con un trapo y las dejamos reposar 10 minutos. Con esto
conseguimos una primera forma ordenada y homogénea y ayuda a que la forma final
sea simétrica.
Estiramos y aplanamos la masa hasta hacer una torta
gruesa redondeada, imaginaremos que la pieza tiene cuatro lados curvos, tomamos
los dos lados mas alegados de nosotros y los plegamos hacia el centro
presionando bien para que queden sellados, ahora tomamos la punta que ha
resultado de los pliegues anteriores y la plegamos hacia el centro presionando
para que quede bien sellada.
Giramos la masa 180ºC y repetimos los pliegues
anteriores en este lado. Ahora plegamos la masa hacia nosotros de manera uniforme
y sellamos ambos lados con la base de la palma de la mano. Hacemos rodar la
masa hacia delante y hacia atrás, presionando levemente hacia abajo para
conseguir expulsar por los extremos el aire que haya quedado atrapado en el
pliegue.
Ahora enharinamos dos paños de lino con harina de maíz
y forramos con ellos dos moldes de metal alargados de 20x10 cm, nos servirán de
cestos de fermentación, colocamos las dos piezas sobre los paños con la unión
hacia arriba, tapamos con un trapo húmedo y dejamos fermentar hasta que casi
hayan doblado su volumen.
Precalentamos el horno a 220ºC. Cubrimos una bandeja
con papel sulfurizado y espolvoreamos un poco de sémola o harina, volcamos los
panes con delicadeza dejando un espacio en medio de la bandeja para colocar uno
de los moldes lleno de agua caliente para que nos ayude a crear vapor en el
interior del horno, hacemos un corte en diagonal a lo largo de cada pieza con
una cuchilla, pulverizamos un poco de agua sobre los panes, abrimos el horno y
pulverizamos agua sobre las paredes y metemos la bandeja.
Horneamos durante
40-45 minutos, hasta que el pan alcance un bonito tono marrón y suene a hueco
al golpearlo con los nudillos en la base. Dejamos enfriar completamente sobre
una rejilla para que circule bien el aire por debajo.
2 Comentarios
he descubierto tu blog gracias a Cocina Familiar, y me encanta todo lo que preparas, que original! Me apunto este pan :)
ResponderEliminarMuchas gracias Sabrina! Me alegro de que te gusten las recetas. Yo también sigo el blog de Javier y muchos otros mas, pero como internet es tan grande cuesta encontrarnos a todos jeje
EliminarUn abrazo.